Estado de ánimo Coach y Coachee


Recientemente en un módulo de Coaching Ejecutivo, me lanzaban una pregunta relacionada con el estado de ánimo del Coach, del Coachee, en la propia sesión de un proceso de Coaching.
Me pareció interesante. Pues parecen aspectos obvios de las relaciones humanas, que damos por supuesto que en el caso del Coach son inherentes. Me explico, que el Coach tiene que presentar un estado de ánimo óptimo o más que óptimo para realizar una sesión de Coaching.

Surgió un pequeño debate sobre esta cuestión y entendiendo estado de ánimo como la actitud o disposición emocional que tiene una persona en un momento determinado, podemos decir que dicha actitud es común en cualquier actividad de la vida personal o profesional.
Pero entonces, ¿por qué se cuestionaba, de alguna manera, que el Coach tiene que tener siempre un estado de ánimo positivo, elevado,…?

Era un tema que a las participantes les inquietaba, pues bien es cierto que no todos los días nos levantamos con el mismo ánimo. Cierto. Pero si trabajamos con emociones, y dependiendo de nuestro ánimo, lo afrontaremos de una manera o de otra. Aquí entran las proyecciones que el propio Coach hace en los coachees y a la inversa, por supuesto.
Las personas Coach también son humanas, tienes emociones, sienten, piensan,… y eso mismo les hace crecer y evolucionar, pero ¿Se puede permitir el Coach tener un mal día?. ¿Puede abordar una sesión de Coaching con un estado emocional poco favorable y poco facilitador para un desarrollo óptimo de la sesión?.
Interesante.
Tú, ¿qué opinas?.

5 comentarios:

  1. Hola Noelia:

    la pregunta que planteas tiene una clara respuesta si ahondamos en la "herramienta de trabajo" del coach: la comunicación.

    Todos sabemos que podemos segmentar el acto comunicativo en dos partes: lenguaje verbal y lenguaje no verbal. Para que la comunicación sea eficaz no puede haber incogruencias entre ambos mensajes, porque nuestra mente tiene una capacidad innata (que a veces nos pasa desapercibida) para detectar esas incoherencias. Es aquello que nos sucede cuando estamos escuchando hablar a alguien pero en nuestro inconsciente se nos enciende una luz que nos dice... "Umm, no me creo lo que me está diciendo". ¿Por qué? Por que su lenguaje verbal y su lenguaje no verbal nos están mandando mensajes contradictorios, y nuestra mente lo detectó.

    Bien. Vamos al tema que planteas. Las personas tenemos días buenos y días malos, y eso afecta a nuestro estado de ánimo. Cuando hablamos con otra persona, expresamos nuestro estado de ánimo interno a través del lenguaje no verbal: se nos nota la mirara inquieta, gesticulamos demasiado, mostramos nerviosismo, tenemos el tono de voz más apagado, nos falta energía en la expresividad. Un buen coach debe tener la capacidad para gestionar todas estas emociones, "disimularlas", esconderlas y, sobre todo, mutarlas por otras más positivas acordes con el mensaje verbal que le trasladamos al coachee.

    De nada vale decirle a una persona.. ¡¡tú puedes hacer eso!! ¡¡ánimo!! ¡¡tienes que intentarlo!! si lo hago con un tono de voz apagado que no trasmite energía, ilusión, todo ello debido a que "no tengo un buen día".

    La gestión de las emociones es fundamental en cualquier persona que base su trabajo en la comunicación. Yo, que provengo del mundo de las ventas, he comprobado miles de veces que "vender es emocionar", y para conseguirlo hay que jugar con la expresividad de las palabras, hay que buscar palabras que lleguen al corazón y emitirlas con la energía necesaria para "impactar". ¿Os imagináis a un vendedor argumentando con un tono de voz cansino y monótono? El mensaje puede ser buenísimo (muy buena explicación técnica), pero ese mensaje "no llega".

    En los procesos de coaching pasa exactamente lo mismo: hay que comunicar verbal y no verbalmente. Y para ser eficiente, es imprescindible gestionar las emociones para que la parte no verbal de la comunicación sea coherente con las palabras. Si no lo hacemos, el proceso es un desastre y difícilmente obtendremos el resultados que buscamos.

    Un fuerte abrazo, Noelia

    Juan José
    http://www.silosenovendo.blogspot.com

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  2. Aupa Joanillo y Noelia
    La verdad es que no pensaba contestar hasta que he visto la respuesta de Joanillo, la cual no comparto en su parte final.
    Vender no es emocionar, vender es convencer...o bien por producto, o por precio o por servicio, pero convencer, y para poder convencer a alguien primero tienes que estarlo tú, ya que sino es imposible demostrar lo que dices...no vale sólo el entusiasmo, aunque haga la visita más entretenida.
    Por eso pienso que lo que la pregunta que plantea mi olvidadiza Noelia es muy interesante, ya que si tienes un mal día tu motivación cae y con ella tu rendimiento como Coach, como vendedor o lo que seas. Es inevitable no controlarlo bajo mi punto de vista y pienso que aunque alguien te diga que el coach tiene que estar siempre en el mismo punto de equilibrio, eso no deja de ser una utopía.
    Un abrazo

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  3. Hola Beerhouse:

    realmente vender son las dos cosas (emocionar y convencer), pero yo creo que la segunda (convencer) va supeditada a la primera. Prueba a hacer una cosa: intenta dar una argmentación completa, convencedora, con un tono de voz monótono y luego observa a tu interlocutor. Fíjate en si es capaz o no de seguir la argumentación hasta el final o si se aburre.

    Luego prueba exactamente esa misma argumentación poderosa pero jugando con el tono de voz, remarcando las palabras críticas, mirando al interlocutor con ilusión en los ojos, gesticulando apropiadamente; en una palabra, transmitiendo emociones con los gestos y con la entonación.

    ¿Cuál de las dos alternativas tiene más posibilidad de éxito? Las dos son igual de potentes, convencedoras; pero la primera sólo entra por la razón; la segunda entra por la razón y por el corazón.

    No sé si estás de acuerdo con esto, pero yo lo baso en mi experiencia propia. Mis argumentaciones de ventas eran siempre las mismas, pero unas veces yo tenía un día bueno y otras veces un día malo. La diferencia de resultados era clara: cuando mi estado de ánimo no acompañaba a las palabras, la venta no salía. Por lo contrario, cuando me encontraba en un buen día y sabía argumentar poniendo emoción en mis palabras, los resultados eran infinitamente mejores.

    Por eso digo que vender es emocionar (en primera instancia), porque la emoción es lo que genera interés. Posteriormente tiene que haber argumentos sólidos que rematen la faena, y aquí es donde entra el convencer.

    Lamento haberme desviado del debate original, pero quería aclarar por qué dije lo que dije en mi primera intervención.

    Un abrazo a todos

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  4. Sara Martín Ariño3 de diciembre de 2010, 4:42

    Hola a todos,
    Sobre la pregunta de Noelia yo opino que, como principio básico, en una sesión de coaching un buen coach debe ser capaz de -en cualquier circunstancia o estado de ánimo- salir de su propio yo para convertirse en observador de su coachee hasta el punto de abstraerse de sus propias sensaciones y concentrarse en escuchar, entender e interpretar a su interlocutor. Si un coach está influenciado por su propio estado de ánimo es señal de que no lo está consiguiendo.
    Como salvedad veo los casos de fuerza mayor -una muerte cercana y reciente, por ejemplo-, circunstancias en las que el coach se sienta profundamente afectado, en cuyo caso lo más conveniente por supuesto creo que debe ser posponer la sesión.
    Por buscar otra similitud, es el mismo caso de los actores de teatro. Ellos tampoco se pueden permitir el lujo de decir "hoy no actúo porque no tengo buen día". Sencillamente salen al escenario y olvidan sus problemas por el tiempo que dura la actuación.

    Un saludo!

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  5. Interesante debate el que se plantea, y tus reflexiones Sara.
    Hace poco estuve formando en Coaching a Coordinadores de Equipos, ¿qué ocurre con estos Manager Coach y el estado de ánimo?
    ¿Hay diferencia si se trata de un externo o de un Coach Interno o Manager Coach?.
    ¿qué opinais?
    ¿cuál es vuestra experiencia?

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