Visualizo
la llegada a un país que ya conozco, que ya lo he sentido, y el aterrizaje se
me hace familiar, cercano, junto a mis colegas coach. Si bien, es ya el tercer
viaje en tres meses, me sigue pareciendo intenso y repleto de sensaciones,
positivas.
En
esta etapa, la finalidad es elaborar con cada uno de los directivos de la
organización, un PDI (Plan de Desarrollo Individual), basado en los puntos
fuertes y áreas de oportunidad identificadas en las dos fases previas.
Fue
realmente fascinante cuando en esta sesión de Coaching, cada directivo venía
con sus reflexiones, sus inquietudes y las dos, o tres competencias máximo,
sobre las que había estado observando y decidiendo que eran sobre las que
quería comprometerse a trabajar, para avanzar y crecer personal y
profesionalmente.
¿Por
qué digo fascinante?.
Porque la actitud de estos directivos, mostraba el grado
de implicación y compromiso con el proyecto, con la mejora, con ellos
mismos...Pues realmente, es por y para ellos mismos.
Evidentemente,
pienso que el trabajo realizado en las fases previas ha sido de calidad, y de
alto calado profesional y emocional. Aspectos que han contribuido muy
positivamente a los PDI’s.
Dicha
actitud es muestra de su confianza en el proceso y en ellos mismos. Son
conscientes de aquello sobre lo que quieren trabajar competencialmente
hablando, y dado ese paso, son capaces de tomar responsabilidad, para desde una
perspectiva creativa, dar paso a las acciones que les conduzcan a un resultado
diferente y diferencial en su quehacer.
Mi
rol era el de acompañarles en este proceso, y resaltar aquellas potencialidades
que les facilitará en su PDI, así como intercambiar impresiones de cómo
hacerlo. Pues en muchas ocasiones, el directivo sabe dónde quiere llegar, pero
le surgen dudas de cómo hacerlo. Y ahí es donde entran en juego esas preguntas
poderosas y valiosas, que realiza la coach, y que les abre nuevos campos de
visión, para que desde el coopensamiento entre coach y coachee, formalicen su
Plan de Desarrollo, con un compromiso claro.
El
hecho de haberse sentido participes del proceso, les hace tomar la
responsabilidad y las riendas del proceso de transformación, que ya han
empezado a experimentar con sus colaboradores, con otros interlocutores, hacia
sí mismos,…
En
cada una de las sesiones de Coaching de este tercer viaje (sabía que era la
última presencial de este proyecto en este año), sentía orgullo y
satisfacción, del trabajo bien hecho, de “sentirme profeta en su tierra”.
Tierra que ya era parte mía también, pues como señalaba en el primer post
dedicado a México, me he sentido acogida y valorada a todos los niveles desde
el primer momento.
Estoy
agradecida a mis colegas de PeopleTreeGroup, por contar conmigo para colaborar
en un proyecto de desarrollo de esta envergadura, en una organización emblemática
en el país mexicano.
Una organización que siento parte de mí, ya que es la
manera en la que entiendo los proyectos, sentirlos como si se tratara de tu
propia empresa.
En
muchas ocasiones, a lo largo de mi vida profesional me han preguntado si yo era
socia de la empresa, o si trabajaba en nómina en la empresa cliente. Son
comentarios que indican el grado de implicación y compromiso con las personas y
la organización. Y pienso que es una de las claves para desarrollar esta
actividad tan apasionante, de acompañar a otros a lograr sus metas.
En
principio, los tres post que me proponía escribir sobre México y el proyecto de
Gestión del Talento, están realizados. Sin embargo, estoy segura que pinceladas
mexicanas, iluminarán los próximos post de este blog de PoderSaberQuerer
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